Hemos de saber que el vanguardismo se caracterizaba por la voluntad de ruptura y experimentaba nuevas maneras de hacer las cosas.
En España se crearon dos movimientos vanguardistas; el ultraísmo y el creacionismo.
Debemos destacar la figuera de Guillaume Apollinaire, un poeta, novelista y ensayista francés, innovador en el movimiento surrealista, que influyó mucho a Papasseit o Junoy, por ejemplo. Más información en http://www.amediavoz.com/apollinaire.htm.
El teatro de vanguardia
El teatro vanguardista quiere desconcertar y provocar al público; por las cosas que pasan en escena (no solo por la temática). En alguna obra, por ejemplo, los actores dan la espalda al público, en otra, los personajes si van a casa de unos amigos, se llevan sus sillas.
En Días felices de Samuel Beckett (http://es.scribd.com/doc/28879189/Beckett-Samuel-Los-Dias-Felices) , aparece una mujer que está cubierta de arena y, en otra, aparece un cadáver que se va haciendo grande (la mayoría de estas situaciones son metáforas).
Es un teatro protesta (contra la condición humana, también).
Alfred Jarry (http://www.margencero.com/articulos/articulos3/patafisica.htm) escribió Ubú rey (1896), en la que el primer personaje se mezcla con el público y empieza a decir - ¡Mierda! Sería la primera obra de vanguardia. La ilación es ilógica; hay frases sin sentido.
En 1916, Antonin Autaud (otro de los primeros) escribió Le première aventure de N. Antipynne, donde hay diálogos incongruentes (parece que los personajes hablen, pero no se escuchan).
Muchas veces, se exige a los actores que tengan características de payaso; que sepan imitar, que sepan improvisar, exagerar...
Los personajes muchas veces se deforman e, incluso, desaparecen, se sustituyen los personajes por técnicas.
El espectador; se busca que participe en la obra, que también comunique sus emociones, que se involucre... Explotan muchísimo las situaciones crueles.
Se rescatan expresiones infantiles, disparatadas... pero en el fondo, siempre las palabras son importantes.
Los autores de teatro vanguardista más importantes son Beckett, Eugène Ioneso y Pirandello - que sus obras evolucionan al teatro del absurdo.
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